El hombre que mira al cielo; Cap 1
El hombre que mira al cielo
Capítulo 1
El crepúsculo
del Oeste.
Me habían preguntado casi como queriendo
dañarme íntimamente, que significaban aquellas marcas que tenia en
la frente. Hacia mucho tiempo que llevaba el peso y la carga de ser
“alguien”. Un ser que camina y anda por la vida, con el peso de
una estirpe que lo distingue del resto.
-Son las marcas que me
quedaron por mirar tanto al cielo- Contesté. Y no sabría bien
porque, aquella respuesta fue mas un mero reflejo interno, unas
palabras, que sin saberlo se habían clavado en lo mas interno de mi
cuerpo.
Casi como un escritor que no puede separarse de su
propia idea de existencia. Así, andaba yo por la vida. Caminando y
observando para arriba, el único lugar que merecía ser visto, o al
menos, eso creía hasta ese entonces. Claro que mis creencias
cambiaron con el tiempo, como la maduración de un fruto, mis
pensamientos fueron cobrando raíces mas grandes y vigorosas. El
árbol de mi fe, que se erigía con orgullo y rectitud, había
abierto la carcasa de su caparazón.
Mientras recorría las
calles de algún lugar en la tierra, mientras el mundo seguía dando
sus vueltas y la gente en el continuaba con sus tareas. Algo había
cambiado dentro mio. Y así como ocurren las cosas, de un momento al
otro, sin siquiera pensar en el anterior. Casi como si fuese la
respiración, primero ocurre alguna de ambas, y luego, sin entender
como, se produce la otra; Inhalar, espirar. Espirar, inhalar. No
existe diferencia ni tiempo finito de detención en aquel instante.
Es un continuo.
Observe
largos años por una ventana el paso del tiempo. Vi como el Ciprés
sobrepasaba en tamaño al Arrayan. Observe con atención como en la
casa de mis cercanos, el mismo árbol sirvió de leño y de puertas
para la alacena. Entendí que su savia era la sangre de la tierra que
brindaba la calidez de un hogar. Y sentí, luego, en cálidos
abrazos, las caricias de un niño que me visitaba para escuchar mis
historias.
Sentí,
como supongo que sienten las aves cuando un humano se acerca, el
advenimiento de la muerte. El beso del lienzo blanco y de la nube que
cubre los sonidos y el tacto. Temí y llore como si hubiese sido en
esta vida, mil vidas. Desde un gladiador, un campesino de campos de
arroz, un nativo del altiplano e inclusive una niña en algún
castillo cuyo origen no recuerdo. Fui y seré, o eso creo y creí,
mil vidas en una sola. En mi regazo yacieron mujeres y en mis brazos
descansaron amigos cercanos. El tiempo no fue mas que una brisa
sacudiendo la copa del árbol. Las hojas que se desprendían, eran
recuerdos que iban cayendo.
En
los pies tuve cayos, no por andar, sino que por tanto detenerme. Por
intentar entender en la detención misma del movimiento, lo que el
movimiento exterior implica. La fuerza de la tierra me arranco las
uñas y la piel se me entumeció mientras esperaba la cálida salida
del sol. Un sol que me engañó y me dejo solo, esperando su calor,
su calidez y su ternura. Como una roca del lago debajo del agua, así,
el frio me despojó, en un cuerpo que había perdido la juventud y
que había olvidado en que dirección amanecía; En un cuerpo
vivo.
Las
arrugas de la frente delataban mi verdadera identidad. Hay cosas,
detalles, que son tan sutiles en la vida fugaz de los elegidos, que
pasan desapercibidos a los ojos de la mayoría. Sin embargo, solo
aquellos seres dispuestos realmente a ver, encuentran la marca. Y
perdonen la palabra, pero maldita sea la marca que luego de verla,
jamas se desprende de uno. Es como esos brillos que se encuentran en
los ojos de las mujeres, esa luz, esa esperanza por el verdadero
amor, o en la ternura eterna de una madre.
Hay
quienes andan por los sueños como si fuesen la vida. Duermen para
despertarse y viven para soñar. Luego están los que no se preguntan
las cosas y a golpes nunca se enteran como abrir la puerta del cielo.
Así, los últimos en la pirámide somos nosotros, los elegidos a
entender. Los elegidos a portar la marca de la distinción. Aquellos
que llevan la diferencia en la frente, un escudo que observa los dos
mundos, la linea invisible que los une y los colores que se
entrelazan. Pero dolorosamente, los que cargamos con el peso del
entendimiento. Somos, después de todo, aquellos que se cansaron de
escuchar y de hablar. Los dueños del silencio, los amantes de la
muerte próxima, del abismo que une, de la estrecha amante que nos
acompaña y nos besa en los largos otoños. Las estaciones que
implican el cambio de piel, la perdida de los recuerdos, el soltar
las hojas de la vida que antes nos brindaban alimento.
De
tanto silencio, existen momentos en los que nos volvemos hacia
adentro, buscando el hogar, la tierra y la unión con las raíces
antiguas.
Observé, como quien observa la vida. Las aves que sobrevolaban el lago. Todo aquello ocurría en mi ventana. Vi su vuelo, el viento y las olas. Sentí miedo de ser como la ultima de las Gaviotas que se perdía de la bandada. No quise, por unos instantes estar así, pero una fuerza mayor me obligaba a identificarme mas con ella que con el resto. Encontré rápidamente, un cálido suspiro de tranquilidad al ver como aquella ave era, después de todo, la que mas sobresalía en técnica enfrentando al viento abrasador de la costa. De una forma fugaz, mis ojos observaron el bosque, los arboles y el espacio vacio. Todo ocurría afuera, en el macro mundo exterior, en lo grande. Mientras que dentro, en lo pequeño, mi corazón palpitaba con emoción y con ternura. Era como el puño de un niño pequeño, intentando contener todo en sus manos. Sin fuerzas aun para sostener, sin preocupación y con una enorme inocencia en los brazos.
Paralelamente,
es decir, de la misma forma en la que existe una linea compuesta por
dos extremos; Del cual ninguno de ambos es el comienzo, por ende,
ninguno de ambos es el final. Sino que existen, simultáneamente.
Así, en algún lugar difícilmente descifrable, existía una mujer,
una rara ocurrencia de dos padres que se encontraron, se amaron y
luego jamas se volvieron a ver. Aquella mujer, había escuchado en un
raro sueño y había recordado, porque el punto mas importante de
aquello es el recuerdo. Las palabras de una extraña voz, de una
mujer del bosque:
-Encontraras
a aquel que porte la marca, y con él, la desdicha del peso de la
vida.-
-¿Cómo
podrá ser cierto?- Contestaba entre llantos. Claro, eso
recordaba.
-Junto con
el amor, el dolor te acompañará-
-Pero
no te asustes niña, una gran responsabilidad, conlleva un gran
merito y una maravillosa enseñanza.-
Y
así como suceden la mayoría de los sueños, un crepitar de
emociones y sustos que atemorizan al cuerpo y luego, uno despierta y
olvida la mayor parte de las cosas. Tal vez, lo único que recordamos
sea incluso una mentira, un auto-engaño del subconsciente por querer
tomar algo con sus garras, por aferrarse a un recuerdo nubloso, al
comienzo de una noche incierta. No lo sabemos y aquella mujer, menos
aún.
Ella, andaba
por caminos montañosos. Buscaba entre la media sombra que dan los
árboles y entre la fría colecta de hongos, una mano que la
ayudara, o que la acompañara. Porque la verdad es que la ayuda no
era necesaria. Su cuerpo, joven, en edad y en estado físico, eran
capaces de soportar no solo los dolores del parto, sino que dolores
de los cuales ni la mas cercana mente podría imaginar. ¿ No son
acaso los dolores propios del ser?. ¿Quien podría juzgar la migaja
que nos desgarra el espíritu por dentro?. Mientras el cuerpo se
quema a la distancia, en lo lejos, las opiniones ajenas nos
atraviesan como flechas. ¿Pero existe acaso arquero capaz de
dispararnos? ¿Y si el blanco no existe? ¿A quien han de atravezarle
las opiniones o los propios dolores?.
Había
que crear una corteza, como de roble, para enfrentarse al crudo mundo
exterior y a la negligencia de no haber aprendido, enseñanzas que se
nos fugan. Todos, pero estoy seguro que esta mujer de quien les
hablo, mas que nadie lo sabia. Teníamos que fortalecernos
internamente como guerreros, como danzantes, como hechiceros en un
mundo que combatía contra el mal y el dolor.
Una
noche de las tantas que nos pesan en los parpados, la mujer se quedo
dormida mientras dejaba a la mitad una novela de Hemingway. Las
campanas de una guerra, en algún tiempo lejano la despertaron. Su
cuerpo yacía en una silla de madera. Frente a sus ojos, una amplia
ventana por donde el chiflete del exterior se filtraba humedeciendo
los huesos. Ella observaba, como quien observa a la espera de algo,
algo que está en algún lugar desconocido. A su lado, un hombre
estaba recostado, su cuerpo era arropado con un mono verde, unas
botas de cuero y algunas medallas en su pecho. Los brazos le servían
de reposo para el peso de su cabeza que se hundía en un seño
fruncido, en pensamientos que aunque no eran verbalizados, la mujer
los sentía en su pecho, como estacas de madera que pinchaban y
dañaban su cuerpo delicado. De nuevo los ojos volvían a la ventana,
afuera, el viento levantaba la arena y los sueños de aquellos que se
perdían en la quietud. Un extraño recuerdo llego a ella, de nuevo
las palabras de la voz del bosque:
-”Solo
aquel que lleve la verdadera marca, estará por siempre a tu
lado”-
La mujer
corrió y busco en los brazos heridos y quemados del hombre que
dormitaba en la cama. Encontró, escondida entre las cicatrices de
una guerra que no era de él, sino de una generación anterior; Una
cicatriz.
¿Será
esta la marca? Pensó, como queriendo comunicarse con la anciana.
El
hombre la miro y tomando su rostro la beso. Ella sintió su cariño,
y luego despertó.
Entendió,
que tal vez el peso de una idea no sólo afectaba a su genero, sino
que también al contrario. Que en realidad no existe separación ni
división. Que duele tanto algo para una como para otro. Al final, su
pensamiento es también una expresión y aquella expresión es una
acción, una fuerza que arrebata lo material, que lo transforma en
algo nuevo; Como la metamorfosis de la monarca.
Una
historia va y vuelve, entre nudos de un ovillo que quiere ser
desenredado o transmutado en alguna prenda. ¿Cúal es el sentido
lógico de la vida? Y esa pregunta, esta mejor soltarla para sentir
que para analizarla palabra por palabra. Y aunque a veces busquemos
algo que nos baje a la tierra, que nos mantenga a flote en la ola de
la vida. También sentimos la corriente del océano que nos arrastra
hacia el fondo del mar, salvaje y desconocido. Hacia una mente que
podrida ser el propio bote que nos trascienda. ¿ cómo hemos podido
ozar y retar a la naturaleza misma de la creación, creyendo que solo
nosotros, un pequeño manojo del gran tumbo de especies,
somos los superiores.
¿No sera acaso que la propia elevación es igual a aquel dolor que
buscamos superar? ¿No estará el Maqui mas elevado que el Pino, solo
por no dañar la tierra y por ser mas benévolo con las especies a su
alrededor?.
La
iluminación en unidad con el mundo, el perfeccionamiento un camino
adelante. Porque hasta las plantas crecen mirando para arriba. La
fuerza que mueve aquella inercia de un tiempo detenido en el polvo,
es la voluntad. Si, la energía creadora que se aloja en el hara, es
decir, en el centro del estomago, arriba del ombligo. De donde el
cordón de la vida nos nutrió hasta que aprendimos a valernos por
nosotros mismos, como individuos separados de la misma madre. Hijos,
de una creación superior. La iluminación hacia un mundo de luz y de
raíces, la asiduidad como un hilo, o como un lienzo al vacío,
energía en el cuerpo, crecimiento y decisión, la imponente montaña
que se alza y la enredadera ascendiendo.
Observando una vieja espada en la pared, entendí que hay varias direcciones, seis en las cuales podemos girar, pero ademas existen otras dos, indispensables para habitar cualquier movimiento.
Unicamente en esas dos direcciones existimos. El resto, no son mas que posibles fuerzas por donde el viento se filtra y nos arrastra. Así mismo, el mundo se originó con sus dos direcciones, adelante y detrás. Arriba y abajo, inhalación y espiración, madera y ceniza, vida y muerte. Dos manos: una espada. Advenimiento en posibles existencias, un aprendizaje; Shoshin.
Cap
2
O el crepitar del frio.
La
chimenea aun estaba encendida, el humo se escapaba por un largo caño
galvanizado que atravesaba los 3 metros de altura del techo y se
perdía en el encuentro de los vientos altos; En las cuatro cruces.
Allí, aros de temperaturas calientes dibujaban las lineas de un
invierno que azotaba al pueblo.
A veces, aquel azote es un golpe
duro y húmedo. Los dedos de los pies se congelan y se quiebran al
soportar el peso de los cuerpos torpes e inútiles en una lucha
contra la salvajedad del clima. Pero otras, casi como si de un ritual
con preparación de antemano se tratase, aquel azote es el arma del
amante. Uno se encierra en su cueva, o en su nido hecho de barro y
paja. O puede que de madera y corteza de Arce. Y allí dentro, la
calidez de la cual los antiguos sabios denominaban “Hogar”, te
abraza y te abriga.
Era temprano, el sol apenas se asomaba
por entre la rendija de vidrio y una columna de madera. Su
temperatura jamas iba a llegar a calentar un ambiente, por mas
pequeño que fuese. Dentro del nido, o de la cueva, echábamos leños
húmedos y soplábamos en su parte baja para que las brasas los
envolvieran en una danza de furia y de pasión. Se escuchaba la
corredera de agua de la ropa que estaba colgada de unos troncos,
intentando secarse y ademas, al unisono, el crujir de los huesos que
tronaban, los cuales servían para avisarnos que los movimientos que
realizábamos eran dificultosos pero placenteros. Estirar, era una de
las ultimas técnicas que habíamos podido mantener y conservar de
los antepasados; La sabiduría de los sabios.
El ambiente estaba
envuelto en un olor a granos de café. En la chapa de la salamandra
se tostaban mientras en una hoya a su costado el agua hervía y los
esperaba con un burbujeo cálido. El alambique estaba abollado por
falta de uso, y sus aceites guardados en frascos sobre viejas
repisas.
Alguien entró por la puerta principal y junto
con el se entrometieron cientos de copos, buscaban desesperados una
superficie en donde fijarse y agarrarse con sus diminutas garras
espiraladas. Tecnología similar, a la de las plumas de los ganzos.
Eran tan bellas aquellas pequeñas criaturas de nieve, que parecía
inclusive que tenían voluntad propia. Los zapatos quedaban en la
entrada y las bolsas de los mandados se dejaban en una pequeña
cocina, al lado de la garrafa, en un estante de tablas grises,
recicladas.
Todos estábamos en el refu. Así lo
llamábamos. Vivíamos ahí, juntos y nos repartíamos las tareas. La
intención era juntar fuerzas entre todos y superar aquellos
inviernos. Casi siempre era una fiesta cuando la nieve crispaba en lo
alto de los techos. Nadie tenia que trabajar. Era momento de
relajarse, leer, escribir y tomar café. Era como si todos en el
barrio nos pusiéramos de acuerdo y nos encontráramos en la ruta,
sobre la única calle afaltada; Jugando.
A mi,
personalmente, me gustaba salir a caminar con mi amada. Olvidarnos de
todos, dejar que el mundo siguiera con su tiempo y hacernos un
espacio diferente, apartarnos del giro, salir de la rueda. Siempre
quedaban tareas inconclusas, aquello producía un poco de estrés,
pero por lo demás, era necesario buscar una detención del
movimiento, frenar la espiral que siempre se repite y observar.
Observar como quien observa una espera infinita, un ciclo que habla y
que trasciende al lenguaje, que se mueve con propia voluntad y que
demuestra, que enseña, lo que es la vida en realidad.
Por lo
general íbamos al rio, o a la montaña. Buscábamos sin saberlo
realmente que la naturaleza nos bautice. Que nos esconda en su
misterio y que nos ilumine con la frescura de su
encanto.
Personalmente, mi búsqueda era profunda, como los
nidos del huillin. Con cada paso que daba, esperaba ansioso encontrar
una señal, un mensaje que pudiese traducir a mi lengua nativa y con
el, cambiar algún mal habito, una mala costumbre de la
sociedad.
Cap 3
El oráculo.
Así
como era todo en la vida. También era necesario e imprescindible
contar con un oráculo. Desde muy temprana edad me había
familiarizado con el I-ching. O también conocido como el libro de
las mutaciones. Mientras veía a mis pares jugar con cartas y leer
los Horóscopos. Yo me había refugiado en las viejas leyendas de
oriente, en los misterios de los hombres del Este. En mi
razonamiento, creía que si el sol salia por ese lado, a ellos
primero que a nadie, les había llegado la verdad.
Mi amada, una
mujer solitaria, que se había escapado del lugar mas inhóspito para
el ser humano. Había llegado a parar, casi como si hubiese sido un
golpe del destino, frente a la casa de mis padres. Aquella tarde yo
me encontraba ayudándolos con el tema de la pintura. Ninguno de
ambos sabe quien vio primero al otro. Pero mientras el sol golpeaba
con fuerza en aquel cálido verano, ambos nos pusimos a conversar. Y
tres meses mas tarde ya estábamos viviendo juntos.
Claro que en
ese lapso de tiempo, sucedieron millares de cosas. Cientos y decenas
de pequeños detalles que uno solo alcanza a ver cuando se siente
amado y cuando ama. Porque sin esa apertura de corazón, el pecho se
cierra, la respiración no es profunda y el reflejo en colores no
llega a penetrar en el alma humana. A penas, se capta un aura lejana
de lo que realmente son las cosas. En cambio, cuando la sensación se
extrapola en dos, o inclusive en mas, cuando el amor verdadero se
expande. El campo de percepciones aumenta y el circulo de la vida se
agranda.
Hubo
una tarde, en la cual ella tuvo un sueño y me dijo: “Soñé que la
arcilla era el oráculo”. Instantáneamente mi piel se erizo y
entendió en cuerpo y espíritu lo que aquello significaba.
Era
algo tan simple, algo tan pequeño que siempre se me había escapado
de las manos.
Aquellas palabras, fueron para mi como una señal.
Un primer mensaje de lo que iba a venir.
Otra duda que
tenia, me fue esclarecida cuando sentados a orillas del Rio que
desciende entre el valle del Cerro Goye, y el valle del Cerro Bella
Vista. El cual, tronaba con sus aguas que no cesaban de moverse y
mientras el rojo tempestar de un fuego nos calentaba. Ambos,
permanecimos estáticos allí, sentados, inmóviles, juntos,
intercambiando historias y pensamientos. Cuando el recuerdo de un
miedo proveniente de algún lugar lejano me abrazo, un miedo
proveniente de aquel plano que describe Kundera cuando habla del
origen de la vida. Sentí que se aproxima a nosotros, que nos
observaba como dos simples partículas de nieve cayendo, o flotando
en un tiempo inexistente y cambiante. Ambos, tomados de la mano
decidimos respirar y con cada exalacion aflojar nuestros cuerpos, y
entregarnos a lo que seria el camino de una vida compartida.
Cap
4.
Sabañón
En
mi, existía una idea muy alejada sobre lo que seria realmente tener
sabañones en los pies. Pensaba, que aquella molestia jamas me
ocurriría. Sin embargo aquí estaba. En medio del invierno mas frio
de mi vida, tal vez producto de mi crecimiento, tal vez producto de
mi falta de costumbre, lo cual lo veía muy alejado. Porque desde
joven me había desafiado en las aventuras mas extremas que había
podido tener. Había pasado 8 meses, de los cuales 2, fueron de un
invierno azotador y cargado de nieve, viviendo en medio de la
montaña, refugiado las primeras semanas en una carpa de lona, la
cual se me quebró y tuve que reparar incontables veces, desde
pegarla con cinta, volver a cocerla, hasta inclusive cambiar varillas
por trozos de caña. Recuerdo la ultima noche que estuve en aquella
pequeña casita. Tener que levantarme desnudo porque las varillas se
habían quebrado por el peso de la nieve. Salir de la bolsa de
dormir, que equivalía a querer salir de un huevo viscoso, frio y
húmedo, una cascara que pesaba e impedía todos y cada uno de mis
movimientos. Tener que buscar la linterna entre aquel desconcierto y
luego sin zapatos, totalmente descalzo. Caminar casi 300 metros hasta
el refugio que aun no estaba terminado, desatar un nudo que servia de
traba en la lona de la puerta y así, entrar. Al menos contaba con
una lona en forma de domo que lo cubría, la cual habíamos estado
construyendo para protegernos del mal clima. El clima que se nos
adelanto y nos demostró que arriba, en la altura, los tiempos no los
rigen las nubes, sino que son los colosos de piedra los que mandan.
En la cordillera, la montaña mas grande es la que domina la ley del
clima, la que decide por donde caerán los arroyos y cual sera su
compañera de vientos en donde los Cóndores puedan volar y posar sus
nidos.
Adentro del domo, se encontraban mis compañeros de
trabajo.
-Que paso?- Me pregunto Marcos. Que era el mas grande
de todos.
-Se
me quebró la carpa, ya esta. Me vengo al domo.- Conteste, Tirando y
desenrollando mi bolsa de dormir en una esquina del piso, mientras
temblaba e intentaba volver a recuperar el calor del cuerpo.
En
aquella aventura, me había encomendado, por mi rebeldía contra la
tecnología. Mientras abajo, en el pueblo, todos se comunicaban por
celulares y se mandaban fotos de lo que había sido un confinamiento
y una cuarentena causada por un virus. Yo, había dejado todas esas
cosas en una caja de cartón y me había adentrado en la montaña.
Era el único lugar que en aquel entonces encontraba como
verdadero.
Recuerdo también, inviernos fríos en los
cuales el techo de la casa casi se cae por completo. Días y tardes
frescas, abrigado con tantas capas de ropa que era casi imposible
moverse. Allí estaba, arreglando las chapas con mi viejo, desarmando
el machimbre que se había quebrado por el peso del clima y de las
dificultades por no tener un buen ingreso económico, cambiando los
cabios; En pocas palabras, haciendo el techo nuevamente. Y mientras
todo ese trabajo sucedía, mientras el ruido del martillo chocaba con
la cabeza de unas espigas metálicas, veía la nieve que se filtraba
adentro de la casa. Veía la vieja alacena que habíamos heredado de
no se quien, cubriéndose de nieve. Veía los frascos marcando
partículas de vapor en su interior. No creo recordar otra sensación
mas nostálgica en el transcurso de mi vida. No hay nada mas doloroso
y poético, que ver la nieve entrar dentro de tu hogar y sentir que
no existe en ti, fuerzas ni capacidades para impedir que aquello
suceda. Es el poder de la naturaleza, la fuerza de lo que siempre
existió. Tal vez, ademas de su nostalgia, aquello significo para mi
el comienzo de una ruptura en el capullo de la juventud.
Ahora,
cuando el tiempo ya ha avanzado en movimiento sus años, me encuentro
en un pequeño refugio que construí como resguardo. Una madriguera,
un nido; Un hogar. Las mañanas heladas en las cuales el frio me
levanta de la cama y me obligaba a ponerme la campera, el gorro y
aquellos viejos guantes de lana. Encender el fuego. Preparar unos
mates calientes, escuchar el hervor, sentir aquella agua recorriendo
el interior de lo físico, que podría ser el cuerpo o la idea del
mismo.
Sin
embargo, luego de haber vivido todo aquello. Jamas, había sufrido de
dolor alguno en los pies o en las manos.
Ahora, luego de haberme
esforzado tanto, luego de haber construido bien la casita, de
aislarla, de haber llenado la leñera incontables veces. Inclusive
luego de haber instalado el gas, una pequeña estufa de 4000 calorías
que calentaría lo suficiente. Allí estaba, con un dolor de pies que
me impedía moverme. Una picazón/ardor que me sacaba pelos de punta.
Y eso que no tengo pelos, que nunca tuve.
-Esta
bien – Intentaba decirme y apaciguar el dolor mientras me masajeaba
y me ponía una crema de árnica o de romero. Sumergiendo el pie en
agua tibia de olibour.
- Ya va a pasar todo esto, ya va a pasar.
- Agregaba, mientras detrás del vidrio, veía la nevada que no
dejaba de caer.
Puede
que aquel dolor sea producto de seguir trabajando afuera en la
construcción, que a pesar de estar abrigado, con 3 pares de medias,
aquel frio logre penetrar los huesos y herirme la piel.
-Sera
síntoma de mi pobresa económica?… sera mi carne que esta mas
débil?- ya no sabia que pensar.
Hoy, sin embargo, todo aquello quedo en un olvido. O mejor dicho, guardado en un anaquel que conglomera todas aquellas hazañas. Ese ultimo sabañón, el cual se había atrasado en el tiempo y había llegado tarde a mis pies. Era el ultimo recuerdo de un esfuerzo frio y salvaje. De una vida que ya no sabia si realmente había sucedido, o era solo un sueño, una vieja nevada.
Sentía
en mi, que había superado la prueba del frio y que a partir de
ahora, me esforzaría por prevenir y por esquivar aquellas
situaciones. Sentía, casi como si tuviese la decisión de elegir si
querría volver a vivir aquellas hazañas o si en cambio, querría
pasar a otras que llevarían marcas mas grandes pero tal vez, no tan
visibles en la piel.
Deducirán
ustedes que fue lo que sucedió.
Cap
5
Sobre el tiempo.
Es interesante que al analizar la
idea del tiempo, no encuentre un apartado que en mi pueda, salir de
la hilaridad. Y no se si existirá algún tiempo sin tiempo, algún
limite sin limite. Porque he de entender que el tiempo es el inicio y
así mismo, es el final; Por ende es todo lo que abarca, el limite
que así se sostiene, que logra integrar y disolver.
Entre que
sale el sol y se oculta, solo existe tiempo. Y tiempo es el espacio
blanco que existe y nada mas.
Creo que así como la madre da a
luz a su criá, y la misma existe sola e independientemente de la
madre. Así, el tiempo existe como un ser propio de si mismo, hijo de
la creación, o de lo infinito y eterno. Por eso tal vez, todos mis
intentos por ser fiel a el, por seguirlo con cautela, estudio y
detenimiento; Sean en vano.
No hubo caso, jamas encontré al
vació, o al tiempo que es lo mismo. Es un ser tan inmenso que a mi
tamaño se me escapa. Inclusive, es un ser tan inmenso, que mi
comprensión pequeña, no logra si quiera imaginar su tamaño. ¿Como
ver aquello que aun no estamos listos para ver?. Acaso los Nativos, ¿
Vieron los barcos de los colonizadores? Diariamente estamos siendo
conquistados por algo mas grande que desconocemos.
Cap
6.
La idea de lo que conlleva ser humano.
O
Sobre que
hacer conmigo mismo.
Pareciese
que realmente estoy enojado. De hecho, es muy probable que lo este.
De joven, cuando me obligaban a usar uniforme para el colegio,
recuerdo que me habían prohibido quitarme el suéter, ya que en
todas las chombas blancas con cuello que usaba, les había escrito
con un fibron negro y en letra mayúscula: JUVENTUD ENOJADA. Aquello,
era para mi como un escudo del cual estaba orgulloso; La marca de un
clan, la sensación de ser parte de algo.
En los recreos ,cuando
los profesores o las porteras no estaban cerca, me sacaba el suéter
y en muestra de rebeldía exhibía con orgullo aquella chomba
interferida por mi idea.
Mis compas, en ese entonces se sentían
identificados, y casi como si fuese una firma de mi frase, siempre
agregaba en palabras: -Nosotros somos parte de esta juventud enojada.
La nueva generación.-
Años mas tarde, es decir, ahora, en el
presente. Entiendo aquella idea con mayor amplitud y profundidad. No
existía tal generación enojada, ni un grupo de jóvenes enojados.
Todo lo contrario, era yo mismo el que estaba enojado. Era yo mismo
el que se sentía enajenado y quien buscaba la forma para poder
sentirse parte, o identificarse, con un grupo.
Cuando Juani,
Delfi y Gaspar empezaron a escribir la misma sentencia en sus
remeras, sentí que algo grande crecía, que algo nuevo estaba
naciendo. Sentí que eramos varios que nos entendíamos, que había
algo en nosotros que era diferente al resto. Y sentí que estábamos
orgullosos de ser pocos los cuales entendíamos aquel
firmamento.
Ahora, de nuevo. Solo veo mi enojo infiltrándose en
los demás; Veo a mi enojo como un ser andrógeno y ajeno a mi. Como
una proyección de mi interior canalizándose y esperando a ser
disipada. Todo aquello, no era mas que una idea mal definida en mi
mente, una idea que por ser tan inmaduro, no habia llegado a
comprender en su totalidad.
En el barrio, entre las esquinas de
las calles, y debajo de los faroles de una plaza que siquiera el
polvo podía asentarse en los bancos deteriorados,nos reuníamos con
los chicos.
Teníamos varios apodos para denominarnos a nosotros
mismos, para determinar verbalmente, quienes eramos. Primero, existió
el termino Km 12. Que era en efecto, la forma de denominarnos a todos
los que allí vivíamos. Luego, la idea de llegar al mundo nos
abrazo, y surgió la idea de Hartter, que era lo mismo que decirnos
entre-nosotros al oído, que eramos fuertes. Y por ultimo, llego el
termino mas impactante; Los pibes.
Bien, creo que existen muchas
cuestiones a analizar en aquellas denominaciones que teníamos. Mas
lo entiendo ahora, portando la marca y haciendo una introspección
del pasado, visualizando un conglomerado de sensaciones que quedaron
impregnadas en mi piel como cicatrices. Pero sin querer ahondar mucho
en el tema, suelto apenas, un recuerdo de agradecimiento y un
profundo aprendizaje a mis viejos amigos de la infancia.
Vienen
a mi senderos en la montaña, caminatas por lugares que seguramente
ninguna otra persona se atrevió a pisar, nuevas huellas, trepada de
rocas, cruzada de arroyos y ríos. ¿Donde están los animales que
aquí viven? Me pregunte… seguramente muy lejos, escondidos y con
miedo de nosotros. Unos salvajes que se adentran en la naturaleza.
Unos intrusos que hurgan la casa ajena. ¿ Quien nos permitió
adentrarnos a estos lugares?… Mejor dicho, quien nos permitió
alterar estos lugares? Porque no hay cosa que me enfade mas que ver
como caminamos, ciegos del aprecio al lugar, un sendero, caminamos
con la intención de llegar a destino, a un refugio, a un lugar
seguro y cómodo; A lo conocido. Porque no soportamos lo nuevo y lo
salvaje.
No nos atrevemos a soltar nuestras mochilas, a dejar
nuestra ropa y adentrarnos en la intimidad desnuda de la naturaleza.
Aquello, es ir a la montaña. Que no se confundan las cosas.
El
acto mas poético, quizás sea el perderse completamente en la
naturaleza; Entregarse al desnudo.
Ay!, cuanto ha pasado de
aquellos tiempos, en donde la meta de llegar se desvanecía como un
hálito en el suspiro del viento. Hoy, me encuentro lejos de la
naturaleza, pero en mi cuerpo, las enredaderas del mundo planta me
envuelven y conforman la cosmovisión global de mi vida.
Cap
7.
La lucha interminable.
Concentrarse, siempre fue
lo mas difícil. Dejar de perder el tiempo y entregarse con totalidad
a lo que uno realiza es el acto mas dificultoso. Mientras en la
ventana nieva, entiendo que la nieve solo cae, y cae porque debe
caer, porque su ser esta impregnado en aquel acto. El agua del rio
fluye porque debe fluir, porque es así, es su estado natural. En
cambio, a un ser como yo, el cual ha reconocido la marca, el cual a
observado su propio reflejo y entiende que es y por ende existe, me
sobrepesa una división de dos mundos en los hombros; Al igual que a
todos, aun estoy dividido. Quizás, aquí se encuentren escondidas,
las palabras verdaderas del sentido de mi búsqueda, de mi anhelo,
del porque, de lo que voy a hacer, lo cual lo considero el acto mas
valeroso en mi vida.
Cap 8.
La ley del padre.
Se
había alzado la ultima voz y con ella, el mandato establecido. Le
llamaban el discurso divino, o la voz del padre. Y aquello no
constaba nada mas ni nada menos que de una exégesis. Un par de
palabras apiladas en una hoja adornada con laureles y trazos dorados.
Obviamente el gramaje de aquel papel era exquisito y su caligrafiá
no estaba hecha a mano, sino que escrita en un macintosh oficial y
firmada por alguna entidad que, a ese momento del siglo, era
preferentemente conocida y respetada.
Para nosotros, aquello no
era mas que un simple acta jurada. O, una estúpida norma mas a la
cual había que responder, de caso contrario, alguna autoridad
aparecería y lo releería, haciendo uso de sus dotes de memoria y
luego, como si de un juego de ingenio se tratase, buscaría las
falacias entre las acciones reportadas y su tan gloriosa mención. En
fin… Burócratas y sus servidores del estado.
Tuvimos, en aquella época, cuando la ley del padre recién había sido globalizada. Cientos de libros prohibidos en la biblioteca. Sin saberlo, su censura aparecía para demostrar que todas las lecturas algo de verdad debían tener. ¿ Sino porque bloquearlas?
-Esto
es una guerra de razas. Quieren dividirnos nuevamente!– Afirmaba
una de las voces de nuestro circulo.
(Tengo
que dejar pactado en este escrito la fecha en la cual fundamos el
grupo de Revolución. Si no mal recuerdo, fue el 34 de Abril, del
2026.)
Aun persisten en la memoria colectiva aquellos grandes
debates que se organizaban. Círculos de gente encapuchada,
escondidos en sótanos o en construcciones abandonadas. La invitación
a la charla, generalmente llegaba por carta. No por correo. Sino que
se usaba a un mensajero en particular, el cual dejaba los sobres
sellados, con la invitación dentro, en los buzones. Era perfecto, ya
nadie revisaba los viejos buzones verdes.
-Todo
esto es por el control de genero. Quieren volvernos a dividir en dos,
como el mito del andrógeno.– Decia otra de las voces.
Claro,
todos teníamos razón en aquellas convocatorias. Pero como podríamos
habernos decidido por una idea y así reafirmarla, o contradecirla?
Eran tantas las bombas de ideas, bombas silenciosas que recaían en
nuestro subconsciente constantemente.
-Nos están manipulando mediante los noticieros! - Gritaba una señora del fondo.
Hace tiempo que el padre había tomado la delantera, por eso estábamos tan mal. En un intento por querer ser superior se perdió a si mismo y con el, arrastro en su sufrimiento a la madre. No olvidemos que todos y todas somos hijos de la gran madre. En fin, aquella ley, no era mas que un simple papel. Pero hasta que nos dimos cuenta, ¿cuanto tiempo nos tomo hacer algo?.
Cap
9.
La ventana.
El
día que construí la ventana de mi casa, todo cambio. Así como
resonaba en mi mente aquellas palabras tan escuchadas, “los ojos
son la ventana del alma”. La ventana de mi refugio, era lo que me
permitía observar el afuera. Y cuando estaba afuera, cuanto me
gustaba observar el adentro.
Puede que sea solo en los momentos
en donde mas te esfuerzas, cuando las cosas realmente se apegan a tu
alma. Pero queda claro, al menos para mi, que en aquellos momentos,
algo impregnado en el interior comenzaba a nacer. Y ese suceso, era
específicamente una metamorfosis interna. Una tranquilidad, tal vez,
por haber dejado todo el esfuerzo y haberme entregado completamente a
lo que fuese. Al futuro incierto. Una aceptación y un
agradecimiento, por entender que el esfuerzo ha sido el correcto y
uno muy grande. Siempre hay detalles que corregir. ¿Pero no es acaso
en lo imperfecto en donde se esconde el rasgo de lo humano?. ¿ No
sera aquella nuestra marca que nos diferencia de todo lo eterno?…
Tal vez, nuestro paso por este tiempo sea mas importante de lo que
creemos. Quizás, si, seamos los creadores de algo nuevo. Quizás,
nuestro accionar sea una responsabilidad muy grande que no hay que
tomársela a la ligera.
Es
a través del vidrio donde todo sucede. Donde las partículas de luz
se tuercen para dar comienzo a una imagen nueva, a una sensación y a
un cambio en el interior del ser que observa. En ese intersticio de
tiempo, en donde las cosas son y dejan de ser. El espacio finito se
convierte en un vórtice que denota la delgada linea del nacimiento y
de la muerte. Unas espigas, como de Espino Negro, que de momento
aveces pinchan y otras curan. Si, de eso no tengo duda. Porque no
podría existir duda al observar. La duda proviene del detenimiento
de los ojos, del estancamiento del subconsciente, del espíritu que
se frena y no puede agradecer los rayos del sol que alumbran
nuevamente con cada día, o con cada semana.
A menudo, una
pequeña gatita, hija de un gran gato negro salvaje del mallin que
circunda los alrededores de nuestra pequeña morada, duerme con
nosotros, en casa. Cuando aquella inocente criatura, salvaje y
natural observa desde dentro de casa, a través el vidrio de la
ventana. Sus pupilas se acrecientan, su pelaje se eriza y su cola se
zarandea en un movimiento oscilante. Todo su ser, esta presente en
aquel momento de contemplación. Ella, es la gran observadora del
mundo exterior.
Corría
el tiempo, al igual que corre el agua de un rio. Mientras la nieve se
derretía en lo alto de las montañas e intentábamos calentar
nuestros cuerpos con agua caliente en un mate amargo. Aquel amigo que
siempre me había acompañado, desde muy temprana edad. Elogió tal
bebida.
-No se puede tomar mate solo, esta es una bebida que se
comparte.- Y así era. Reunidos como un grupo de practicantes, todos
hacíamos una ronda mientras compartíamos historias y debatíamos
sobre el mundo.
Aquella bebida incentivaba y engrandecía el
circulo de poder y de amistad.
A veces, caemos en la cuenta,
casi de golpe, como las ramas secas de un cohihue que se desprenden
por el peso de la nieve. Que no somos un individuo solitario. Sino
que por el contrario, somos una gran unidad. Caemos en la cuenta, de
que nuestra vidas solo sirven para acrecentar las vidas venideras.
Aquello no quita que seamos individuales, pero si, que nuestra
responsabilidad es mutua. Y cuanto peso que carga aquella palabra,
carente de genero y de cantidad. Un conjunto, pero incluso mas que
eso, una unión de seres. Cuyo espectro abarca no solo a lo que
creemos que es nuestra especie. Porque tampoco existe especie que no
contenga a las demás. ¿Como podría acaso el liquen existir si no
es gracias a la roca?… Una gran conjunción de seres; Una unidad de
seres. Y es inclusive, hasta mas profundo que aquello. Todo lo que
aquí menciono, las palabras de mi vocabulario si quiera se acercan a
la gran mención que intento evocar. Porque en todo caso no seria ni
una, ni dos unidades. Tal vez, solo la palabra Unidad, encierre todo
lo que la voz de mi consciencia quiere comunicar y lo que nuestra
capacidad cognitiva puede entender; Unidad.
Una
vez, de mas joven, atravesé una ventana como aquel que atraviesa la
ventana de un parto a la vida y se ingresa por vez primera en el
mundo físico. Quizás, aquellos años de vivir en la panza, o en mi
caso, de vivir en casa de mis padres, hayan sido mis 18 años,
equivalentes a 9 meses de una gestación. Y si, los nacimientos no
son siempre bonitos. Mas bien, incluyen dolor, un poco de
desesperación y mucho miedo. De esa forma, caí de casi unos 7
metros de altura, desde lo alto del final de unas escaleras, creyendo
que aquella caída, era mi única escapatoria al exterior. Aquel
momento, constituye en mi vida, el llamado “Despertar”.
Claro
que los recuerdos están cargados de mucho mas significado y de
imágenes que quizás no quieran volver a ser evocadas. Ademas,
existe en el recuerdo, una creación implícita y mezclada con ideas
de un presente. Pero no yendo mas lejos, la marca que llevo en la
frente, la cual no es una cicatriz, porque cuyo accidente dejo marcas
mas bien en los brazos y en la espalda, casi como si dejaran rastros
de unas heridas de algún pasado remoto, de un tiempo antaño.
La
marca con la que me atreví a cruzar aquel umbral, no es nada mas que
una arruga que siempre marco mi seño fruncido. Llevo en la frente de
mi rostro, las arrugas que la vida me deposito. Y ahora, con la
consciencia de que aquellas marcas me fueron dadas, solamente puedo
hacer una cosa; Aceptar mi destino como un ser de los elegidos.
¿Sera
acaso lo mismo intentar describir aquel recuerdo con una palabra que
con otra? Por ejemplo, podría acaso decir que aquel umbral significo
para mi, una acción fiel a mi naturaleza. O por el contrario, lo
describiría mejor como si aquella acción, fuera un producto del
reflejo de mi naturaleza. En ese ocaso de la mente surge una nueva
pregunta: ¿ Cual es mi naturaleza?. La naturaleza vendría a ser el
principio creador y organizador que rige, sin intervención ajena, el
curso de las cosas.
Retomando la comparación, seria claro decir
que no es lo mismo, porque tanto acción como reflejo, son palabras
contrarias y muy diferentes. ¿ Y no es acaso, que cualquier palabra
que no sea la correcta es contraria? Tal vez lo sea. Sin embargo, en
este caso, acción es lo contrario a reflejo. Y esto es fácil de
explicar, porque la acción es justamente el acto que se conforma con
la practica, repetición constante de hábitos que sirven para
impulsar un acto de una manera diferente a la habitual. Que en este
caso,seria un reflejo, una serie de acciones no conscientes que se
repiten y se accionan de manera inconsciente.
“-Solamente comparando aquellas dos palabras, el hombre que miraba al cielo, entendió que estaban cargadas de significado y de potencialidad. Observó que muchas de las acciones de su vida, no eran mas que un reflejo. Y que inclusive, existían pocas acciones verdaderas, que tenia que buscar la forma de encontrar la fuerza necesaria para accionar de manera consciente y así, cambiar el curso del rio de la vida que lo arrastraba. -”
Cap
10
De las palabras, como una expresión que busca incorporarse a
la vida.
El verbo es igual que un fruto, cuya maduración
es necesaria. Escribir, sin decir nada, ha sido mi historia personal
durante toda la adolescencia. ¿Quien no se ha jactado de ser un
poeta con sus primeros versos? Hoy, volviendo en esa retrospectiva
temporal. encuentro mucha pureza en las palabras, suavidad y ternura.
También miedo e incomprensión total del adentro, es decir, del
centro creador de la energía misma.
Tal vez, encontrar el
balance entre aquella verdad interna y la maduración de unas
palabras saboreadas, sean la receta perfecta para poder escribir algo
verdadero.
Y siento firmemente, que lo verdadero, debería ser
vomitado de una vez. Sacado desde dentro como algo, cuya naturaleza
busca la libertad, salir y expresarse, nada mas.
Me sucede a menudo, que me encuentro atorado en una linea, en tan solo una estrofa del párrafo. Y puede que por no encontrar la palabra justa que en aquel momento me atraviese el pecho, toda la expresión intrínseca del ser, no llegue a transmitirse. Porque creo que aunque esta idea no la haya masticado con sutileza, las palabras mismas son una transmisión, un legado. Son las lineas del pintor sobre el lienzo, los fotogramas que se graban y se recortan de una película. Cada palabra, es un fragmento del alma que se escapa y se impregna en el razonamiento de aquel o aquella que se disponga a abrir el osario de su interior.
Escribir, es para mi, encontrarme.
Aunque
no exista un tiempo rectilíneo en la historia y los versos no sean
mas que recuerdos evocados como aliento de un tiempo lejano. Existe
una lógica que aun no comprendo, pero sin embargo, creo firmemente
que responde a su propia sistema racional, o mejor dicho, natural.
Pues creo que los sucesos corresponden mas a una variable estable, a
un ritmo natural y a una unicidad sin antecedentes. En todo patrón
rige un orden caótico de sin-cronicidad universal.
Una
noche, o la noche de ayer, y digo ayer como si fuese la noche de un
día atrás o inclusive de dos meses atrás, no va al caso. Tuve un
sueño, un sueño ligero como la brisa invernal que desprende la
helada del momento en que el sol se encuentra mas lejano a la tierra.
Allí estaba, en una lucha interna por entender si mi cuerpo se había
dormitado por completo o si mi mente podía mantenerse consciente.
Era una simbiosis entre cuerpo y mente, similar a la simbiosis entre
planta y hombre, elementos separados que a veces se mancomunan en un
acuerdo tácito, en una unión estable de partículas dispares;
Simbiosis.
Primero, ocurrió lo que siempre ocurre, un leve
dormitar del cuerpo, una levedad insoportable como dice Kundera, del
alma separándose de la materia, un vació y oscuro abismo que divide
y remarca aquella separación entre la levedad y una masa pesada;
Amorfa. A ese momento, imágenes del inconsciente comenzaron a
hacerse presentes. Lagos, montañas, bosques y valles. Una altura
inmensa, una visión superior desde el cielo. Luego, una vista
pequeña y grande; Hojas de radal, hormigas, un abejorro, un gorrión.
El fluir del rio y los pies descalzos un niño; Quizás yo mismo. Un
hombre grande, observando el horizonte y la puerta de sol, una bola
de fuego, la sensación de que aun no había visto lo que realmente
era la energía creadora.
Como
segundo encuentro, sucedió la consciencia del cuerpo, una fuerza por
intentar mantener unas cosquillas y un zumbido agudo en mi. Hilos,
cientos de hilos que intentaban amarrar al ser alejándose. La mezcla
de ambos pasos se fundía en uno mismo como el hierro en la forja de
acero. Capas y capas de encuentros, de momentos y sensaciones.
Chispas y crepitares.
No se en que momento me dormí. Tampoco en
que momento me mantuve consciente. Pero allí estaba, en aquel limbo,
en un samsara circular; Despierto y soñando.
Ansiaba ir alto,
ya que me encontraba a la altura del piso, y aquello lo ansiaba casi
como una necesidad para mantenerme consciente. Sabia que el sueño me
desprendería en lo alto, así que busque incansablemente la forma de
subir. Corrí cuesta arriba, me resbale en las rocas y me volví a
levantar. Salte 12 veces, cada vez un poco mas alto. Escale un árbol
seco, Me colgué de una especie de bolsa que use para subir con las
corrientes de aire, y solo así, en comunión con lo que sucedía
empece a levitar. La corriente invisible me llevo.
Mi cuerpo se
durmió, me había olvidado de el. Y ahora si, estaba presente en el
sueño, consciente de mi mismo. Subí y subí muy alto. Tan alto que
la visión del parque nacional se desprendía de mis pupilas, era, un
dibujo de mapa, una especie de cartografía satelital. Pliegues de
cordilleras que se repetían, cuadriculados margenes del paso del
hombre en occidente. En oriente, eran rectángulos inmensos y
antiquísimos. Lo veía todo, perfecto. Me encontraba con frio, en
una densidad que pesaba y sin embargo seguía subiendo, sintiendo
como mi cuerpo se estiraba, como ocupaba un espacio que abarcaba mas
que mis extremidades. Me expandía, si, eso era lo que sucedía; Una
expansión en armonía. Un estirarse continuo y sin pausa.
Llegue hasta lo mas alto, o al menos, hasta un punto donde ya no podía seguir subiendo, creo que porque ya no había mas. Lentamente, como en una exalacion, el oxigeno se iba, la vida se iba y la oscuridad de un universo inmenso venia y me pesaba. Brillos ,como de estrellas, titilaban; ¿Era aquello una gran nevada?…
Todo
lo que sube, luego tiene que bajar. Lo pensé, y lo sentí. La ley
hermética paso por mi como un vago recuerdo de papiro. Algo en mi
interior me aviso y se preparo. El cuerpo dejo de esbozarse y se puso
firme, una estabilidad aconteció como el disparo de una bala en el
centro de mi entrecejo. La presión me succiono y comencé a caer mas
rápido que cualquier cosa, con un peso inmenso en mi. Las mismas
imágenes de antes, se repetían, pero ahora inversamente. Primero el
negro, luego las montañas, luego el agua, los lagos, el parque
nacional, las aves, las hojas, luego el azul oscuro de un lago, o un
océano. Agua, azul; Y al final, negro de nuevo.
Burbujas, tinta desparramada. Una presión en lo que seria mi oído, que aun no existía, me contraía hacia un centro inexistente y a su vez, un zumbido se agudizaba. Entraban en mi de nuevo el temblor y un querer despertar. Las marcas en mi frente se fruncían y se volvían a hacer presentes.
-Tengo
que mantenerme consciente – Fue lo que pensé.
- Estas son las
marcas del elegido. Las marcas que me permiten mirar al cielo. -
El
sueño no me despertó, sino que abrió una visión, una puerta, como
una nube en frente a mis ojos; Sensación de cosquillas y un purpura
claro, una mirada lejana como quien aun permanece mirando desde
arriba, desde el cielo. Una superposición de imágenes. Un lago, una
playa de piedras. Un niño vestido con un mono rojo de invierno,
detrás de el, un hombre serio que lo miraba siguiéndole los pasos y
luego, sus ojos, que miraban al cielo. Temí que pudiera encontrarme
espiando entre las nubes. Me dio vergüenza aquella idea y me
escondí.
Todo aconteció como una aparición espectral, como
el filo de unas raíces cristalinas y el micelio de los hongos
parpadeantes. Una imagen de otro mundo. Un mundo violeta, entrelazado
con luces y brillos. Todas las raíces se conectaban entre si, todo
latía con la misma vida. El planeta tierra no era de tierra y estaba
todo unido. Se llamaba Gaia, me lo susurro al oído el niño.
Apareció
en escena un perro viejo, recostado. La superposición de las
imágenes del niño, el cielo, la altura, el lago, las rocas y el
rostro del perro en primera plana; Sus ojos grandes, dos esferas, dos
planetas.
Aconteció una voz, el primer sonido luego de tanto
silencio. Comencé a notar la ausencia al escuchar, el peso del vasto
silencio, la grandeza de la nada.
-Hijo de Neptuno – Se
dirigió a mi una voz. Un temor de algo grande, de todo el conjunto
de imágenes superpuestas,de todo lo que alguna vez había conocido;
Me hablaban.
- Ve a tierra del Fuego .- Un mensaje que sin
saberlo, ansiaba escuchar, una guiá, una palabra.
¿Eran aquellas las palabras por las cuales espere toda mi vida?
De
nuevo la consciencia del cuerpo, el temblor, un miedo a despertarme.
El sueño que comenzaba a desvanecerse en forma de túnel; Temblando.
El peso del cuerpo, el peso de la materia que me mantenía cautivo.
Miedo, frio.
- No hay mucho tiempo- La voz lejana, como el
recuerdo del sueño mismo que se alejaba.
El despertarse
acelerado, las palpitaciones en la garganta. Los chacras bloqueados.
El techo blanco de mi casa, las vigas de madera. Mi amada en la cama,
su calor, su ternura.
Me
había despertado con el corazón latiendo.
El pelo áspero y
enrulado de mi compañera de sueños me enredaba el brazo, su aroma a
flor, el calor y unas vibraciones que me tentaban a abrazarla.
-Amor – La voz de ella. Todo estaba bien, ya estaba en casa.
El sueño había pasado. Aquello había sido un viaje, un desprendimiento del ego. Una mirada al cielo, la búsqueda del sol, de mi padre y madre o mejor dicho, de Gaia.
Cap 11
Los personajes.
Había tardado mucho tiempo en comprender la idea de los personajes. Hube de separarme de mi mismo para entender que cada imagen que me acompañaba, es decir, cada presencia, cada ser humano; Eran, en el fondo de su alma, una parte mía. Pero no quisiera dejar por entender que una parte mía, sea, como si yo fuese el centro de todo. Mas bien, es como una idea circular de un todo que se repite y que nos engloba, que nos une con afinidades que son parte de nosotros y de ellos. Una parte mía, es una parte de ellos, que a su vez, es una parte de todo. Puede que sea mas preciso decir que soy, en el hueco mas lejano de mi cuerpo, una migaja de aquella grandeza.
A veces, mientras aun miro por la ventana de mi vida. Recuerdo gestos de amistades que ya no están. Seguramente anden por su camino, pero en mi visión, en mi circulo de tacto, han desaparecido. ¿ Y eso porque sucedió? ¿Sera porque quizás, todo se transmuta y cambia de forma?.
Al
igual que las plantas y que las flores, una vez, observando de muy
pequeño una de lavanda, hice en un cuaderno, el cual aun conservo;
Un boceto. Recuerdo haberme sentado casi toda una tarde a dibujarla.
Las horas pasaban y yo sentía la humedad del pasto, de la tierra
respirando. Veia las abejas y los tábanos zumbar por entre el
follaje. Y yo estaba ahí, yaciendo inmóvil, como una hoja seca
recién caída, como un insecto enamorado y extasiado. Sentía que
los sentidos se acrecentaban y que aquella flor, ahora era en tamaño
superior a mi. Como si el suelo me hubiese tragado y achicado, la
lavanda era enorme y yo, pequeño.
Solo me limitaba a observarla
e intentar copiarla. El dibujo me había quedado igual, estaba seguro
de aquello. Inclusive tengo la voz grabada de mis referentes que me
decían lo mismo. En esa época, con mucho esfuerzo había podido
hacer una copia de la flor. Ahora, existían dos flores, era lo que
pensaba. Una que pronto se marchitara, quedando grabada en mi
recuerdo y en aquellos insectos que la frecuentaron. Y otra, que aun
permanece viva en las hojas de un viejo cuaderno. Eterna e
inmóvil.
Lo extraño en aquello fue que al pasar los años,
volví a contemplar las flores, pero nunca de la misma forma ni con
el mismo detenimiento que esos años atrás. Comprendí, un día, que
las flores de lavanda habían cambiado, eran, no solo mas pequeñas,
sino que sus pétalos, la corola y el cáliz de cada una de ellas,
mas delicados. Rápidamente busque mi cuaderno y para sorpresa, la
flor ya no era su semejante. Se encontraba mas bien en un mundo
similar, de un espectro parecido. Una mutación genética del árbol
de la vida. ¿ pero como podía ser esto así? Era acaso mi dibujo
una mala imitación de la belleza de la flor? Lo dude mucho, si en mi
recuerdo perduraba su imagen igual. ¿o sera aquello una creación de
mi mente? La lavanda había cambiado.
Lo mismo sucedió con mis amigos, evoco en los rincones de mi mente, gestos particulares, como flores, que se han esfumado en la brisa del tiempo. Ya nada queda de ellos, solo un recuerdo en mi, en ellos, en nosotros.
Creo
que el moverse y el relacionarse es una forma de conocernos. La
relaciona existe por el espacio que nos divide a todos y que a su vez
nos une. No es aquello una fusión, porque no es un todo, es una
imagen incompleta que aun busca encontrarse y definirse.
He
aprendido mucho de todos los personajes que me rodearon, estoy seguro
de que soy, gracias a ellos.
Ya no creo que pueda ser sin nadie, mas bien, creo firmemente mientras miro por la ventana, que todos somos gracias a todos; Que en nosotros viaja el peso de la imagen y las enseñanzas del pasado, lo que vimos y copiamos. Lo que aprendimos y cambiamos. En pocas palabras, somos con lo que nos quedamos.
¿Cual es el valor real de todo lo que hay en esta casa? Paredes de habitaciones cargadas de objetos sin sentido. Y quizás lo único verdadero sea esta ventana. Una ventana que permite ver el recorrido del sol. Una ventana hecha de madera, de un pino tan elegante e innombrable que algún atrevido decidió denominar, que es lo mismo que desterrar lo del mundo salvaje, porque con el nombramiento llega el producto. Aquel árbol, ahora era un pino Oregon, una ventana, un articulo de la casa, un marco sin pintar. Aquel era el panóptico por donde observaba el mundo, lo externo siendo filtrado por mis ojos y por mi psique.
Hay
algo que perdura en la imagen que observamos, “algo” que sucede y
“algo” que queda sucediendo por el resto de la eternidad. Esa
acción se graba, en nuestros ojos, o en la ventana. Para luego
reproducirse de manera autónoma, casi como si fuese artífice de su
propia vida, en nuestra mente, en nuestras ideas. Es así como cada
acción que luego hagamos, ira arrastrando huellas del pasado
observado.
La acción repercute hasta el fin de los tiempos.
Hasta que la cortina de la ventana sea cerrada.
¿Y quien puede
tener la voluntad de cerrar la cortina? ¿Quien quisiera, mejor
dicho, cerrar la cortina de la vida?
Lo que sucede, siempre
sucedió y va a continuar sucediendo. ¿Pero sera que sin ver,
realmente no nos afecte dicho suceso externo? Pues no se si sera así.
Un día, según recuerdo. Una sanja apareció frente a mi ventana,
una división por donde el agua de una vertiente circulaba. Al
principio, fue increíble tener una vertiente y un movimiento
constante de energía frente al hogar. Pero luego, con el tiempo, los
efectos de la corriente comenzaron a alterar el adentro. El efecto
atravesó la ventana observadora y llego hasta el interior de la
cabaña. Alterando sin quererlo, el curso interno de las
cosas.
Quizás no logre expresar bien lo sucedido, pero creo que
una sensación cercana puede sentirse al leer estas lineas. “Lo uno
afecta a lo dos y lo dos afecta a lo uno y a lo tres. Lo tres,
entonces, afecta a lo uno y a lo dos, pero no se afecta a si mismo.”
Cap 12.
Sobre
el lugar.
Crecí en donde las bombas tronaban cada mañana.
No es por guerra humana, pero es por algo igualmente cruel y grande;
La mercantilización de una montaña. El maldito nombramiento que
dictamino en alta voces: - A partir de ahora, seras : El Cerro
Catedral. - Voz en off.
¿Quien tuvo acaso el poder de crear con la palabra? ¿ Lo tenemos realmente?
En
la tierra que habito, el ser humano hace tiempo que no pelea. Al
menos no cerca del mallin y de los bosques. Sin embargo, su lucha es
por agua, y por sangre de la tierra, en lugares donde el ser humano,
si es que realmente podemos llamarlo así, porque tal vez, en el
fondo, como dice Haraway; “ Aun no somos seres humanos, y mucho
menos hombres”.
Los ecos de un dolor en la sangre
Latinoamericana siguen tronando. Las voces heridas de una América
que sufrió el mayor genocidio y el mayor cambio de especie de la
historia. Aun palpitan en su fina y delgada capa de tierra negra.
Con
cada explosión que alimenta el bolsillo de los explotadores. Cada
día mas turistas, “personas cegadas por el consumismo moderno,
pensantes que creen que todo se consume y es su deber ser los
artificies de aquel acto”; Vienen a disfrutar de la nieve, del poco
bosque que queda, de la observación de las aves en peligro de
extinción, de los zorros que ya casi no caminan en los bosques sino
que se limitan a pedir restos de comida, o ni siquiera comida, porque
aun el ser humano no aprendió realmente a comer, ni lo que significa
la palabra “Comida”. Cerca del asfalto que calienta la
temperatura del lugar, se llena de vehículos, todos enormes, con
butacas para 6 personas dentro. Camionetas de la altura de mi cabaña
y solamente con una o dos personas dentro. El resto del vehículo,
solo se desplaza, ocupa un lugar, es una burbuja de confort.
Aquellos
animales, que pudieron habitar el cerro, han perdido su capacidad de
subsistencia por responsabilidad nuestra.
Truenan las bombas
cada día que el reloj marca las 8:20 de la mañana. Y yo sueño con
que exploten los medios de elevación. Sin dañar a nadie, claro.
Observo en la cuadra que habito y escucho los ladridos de los perros
asustados. La gata que vive con nosotros, llamada Mizu, la hija del
gato del mallin, levanta sus orejas y corre a la cama, en donde nos
abrazamos con mi amor. Ambos nos despertamos.
-Otra vez esas bombas...- Dice mi vida, con sus labios suaves y tiernos. Con aires de una mañana ligera.
Me
pregunto; ¿ Que necesidad de bombardear al cerro con tres bombas
diarias?.
Si, comprendo que es para reducir las avalanchas. ¿
Pero acaso no es necesario que aquello suceda?. Si, entiendo que las
bombas producen las avalanchas para que luego no sucedan. ¿Que
necesidad de controlar aquel ciclo natural, entonces?.
Es
necesario, la gente tiene que ir a divertirse en la nieve. Usar sus
equipos nuevos y caros. Tomarse fotos en el filo de la montaña. “La
gente quiere ser parte de la montaña”; Como decía un viejo amigo
refugiero. No lo se, aun, no lo entiendo.
En
mi, cada vez que circundaba cerca de la base, una euforia se me subía
hasta la garganta. No podía soportar aquel teatro mal diseñado.
Bares, locales de comida y de ropa, shoppings, boliches bailables,
aerosillas, escuelas de ski y snowboard. ¿Que lugar era aquel?.
Igual que la isla de Truman, aquella base en donde en la antigüedad,
las Lengas colmaban el lugar, ahora no era mas que un reservorio de
personas consumidoras. Personas que habían ahorrado su tiempo de
vida en dinero y luego lo quemaban como si fuese el ultimo hálito de
sus vidas; Sin responsabilidad.
Disculpen mi enojo, mi
sinceridad. Pero es que realmente no creo que sea saludable para la
montaña recibir un bombardeo diario de 3 cesiones consecutivas.
¿Aquello sera un masaje para tal coloso de piedra? Lo dudo. Y todos
los animales que allí vivían? A donde han huido? ¿ Y los arboles
que conglomeraban el llamado bosque? Ahora son una pista, lisa y
llana.
Debo
dejar en claro que mi primer encuentro con aquel lugar fue para
trabajar. Comencé de Ballet en un Hotel renombrado. Armando y
desarmando habitaciones diariamente. Cambiando las sabanas, aspirando
alfombras. Moviendo muebles viejos y pesados. Luego en la siguiente
temporada, sirviendo café a celebridades. En aquella burbuja de
mundo, los tiempos se dividen en temporadas de invierno, las cuales
duran al rededor de 3 meses. Luego, el lugar queda completamente
vació; Todo, se convierte en un pueblo desierto.
Siendo mas
joven, y al haber terminado las temporadas de cosecha y trabajo. Fui
arrastrado por la corriente de la curiosidad, por la corriente que en
la juventud a todos nos golpea. Recuerdo mis andadas, las bajadas por
las cumbres, el polvo de la nieve que me sostenía. Saltos, bamps, el
bosque, la quebradura de un amigo, las sillas que te permitían
sentarte y comer, o, mirar la inmensa montaña. Fue divertido, y
seguramente lo seguiría siendo. La diferencia es que hoy, mi
pensamiento se posiciona en otro foco. Ya no quiero ser mas parte de
esa humanidad. Y si así es la humanidad, ya no quiero ser humano.
Déjenme ser otra cosa, otra especie. Quiero, por el contrario,
formar parte de la nueva especie, de los nuevos seres que se enraícen
con la tierra, que la respeten, que la entiendan, que la apoyen y la
protejan. Si aquello implica tener que cambiar un deporte, tendré
que cambiarlo. Me siento, en este punto, un poco como Bruno Latour
cuando habla que apoya a los ecologistas. No se si seré un
ecologista, tampoco me importa mucho la palabra en si, pero lo que si
me importa, es estar en el bando que en este momento, considero
correcto.
Un
día, mi hermano presencio desde una ventana, el paso de un puma.
Aquel animal alabado por los antiguos pobladores, que era elevado al
nivel de dios, respetado y admirado. Hoy en día, para mi hermano,
fue mucho mas que una gran sorpresa. Pero para aquellos que mantienen
la farsa de una sociedad moderna, aquel animal, salvaje, lleno de
vida y de historia. No fue mas que una amenaza. Y no basto mucho mas
que el llamado de algún vecino, para que aparecieran docenas de
camionetas, con personal armado y preparado para capturarlo. ¿ En
que nos hemos convertido? Seguramente pensaba aquello mi hermano
mientras miraba por su ventana, y no entendía tal suceso.
¿Donde
esta el puma que mi hermano vio? ¿ Vive? ¿ Habría sido un
terrorista?
Cap
13.
El personaje del relato.
O
Un relato que contiene
a todo-s
“No estoy despierto todavía. Recién he abierto los ojos.” Escribió Rory Gallagher en la letra de uno de sus temas. Y mientras escucho su voz sonando en el viejo tocadiscos de mi abuelo. El cual herede, no porque el hubiese querido, sino mas bien porque se fue un día y lo olvido. Las imágenes de lo que serian una visión, se presentan una delante de la otra, como si fuesen un recuerdo de algún pasado que tuve. Existe ademas, casi como un sentido del suceder, como si cada momento fuese puesto en el preciso instante antes de disparar la bala que de la acción. Detengo el motor del disco que incentiva mi andar y me veo, reflejado en un vidrio oscuro, en donde afuera la noche existe, me observo frente a situaciones que son casi como pruebas, como ideas. Es en ese instante que reacciono, que entiendo que debo interiorizar mis acciones y no solo ellas, sino que también el blanco de a donde estoy dirigiendo mi vida. ¿Alguien pensó acaso, que simplemente por ser el portador de la marca soy diferente a los demás? Esta marca, no es mas que un tormento, un castigo que me impuso algún dios mitológico, aunque hoy en día puedo decir que aquellos héroes de la antigüedad están todos muertos. Y sin piedad, el ultimo de ellos lanzo un conjuro con sus palabras:
-Aquel
que entienda lo que digo, sera maldito – Y luego huyo, o
desapareció de su tiempo, quien sabe. Justo después de que aquella
sentencia fuera establecida, aparecí yo y la escuche.
Vivimos
en un tiempo en donde dios ya no existe y nuestro anhelo porque
exista es casi una fantasía ciega.
Si, así es, esta marca que
llevo en la frente es el producto de mis propias acciones. Esta es la
verdad. Son las marcas de mi descontento por pertenecer al reino del
centro, de mi envidia por no poder comunicarme ni con el reino de los
vivos ni el de los muertos. Una condena que se impregno en el frente
de mi cabeza para hacerme recordar el hecho de que todo lo posible es
posible, un estigma que remarca la culpa que debo aprender a superar,
la consecuencia que en mi debe sembrar nuevas acciones y mas
importante que nada, la responsabilidad que cada suspiro y cada
palabra evocan.
Y como aquella persona que se queda ciega de
tanto mirar al sol. Ahora todo lo que veo lleva impregnado aquel
negativo que remarca la diferencia. Cada lago, cada hombre y mujer,
cada piedra; Todo, lleva un recuerdo que me fue gravado en la retina,
una imagen que ya no esta y que quizás, solo quizás, existió en
algún momento, frente a mis ojos.
Cap
14.
(Texto
panóptico digital)
“Solo era cuestión de tiempo para
que lo atraparan. El, mejor que nadie en estas tierras áridas lo
sabia. Aunque la ola que lo había impulsado a la fama
repentinamente, solo por tener el mismo nombre que un famoso, también
lo había hundido hasta las profundidades mas oscuras de las
desgracias materiales. Todo aquello, se lo atribuía claro esta, a
una serie de engaños al sistema. En pocas palabras; Datos truchos.
Y
en esta ciudad, no había lugar para aquellos que no entendían las
reglas de las mentiras. Pues, mentir no estaba mal visto. Pero
hacerlo y que salga mal, eso si que era un fastidio para aquellos que
se las habían arreglado para triunfar. Hablamos de triunfar en el
sentido etnocratico de las clases privilegiadas, claro esta.
En
un lugar donde la mentira es la base de la nueva verdad, hay que
estar a esas alturas, de intentarlo y fallar, de eso no se puede
hablar. El fondo del vaso se volvería contra uno mismo y volcaría
todo su contenido. El mismo vaso lo encerraría a uno, por siglos y
siglos de castigo. La vergüenza, la mirada del otro, el aislamiento.
La causa del temor no seria con respecto a lo físico, sino que a lo
psicológico. En este nuevo mundo, la trascendencia de lo corpóreo
se dirigía al reino de la mente.
El
funcionamiento dentro del panóptico era gracias a la observación.
Es decir, todas las vidas que acontecieran allí dentro, todas las
acciones que sucedieran, eran pensadas y recreadas por alguien. Y a
la misma vez, como si fuese una simbiosis de existencias, la
crisálida juvenil que seria la vida del ser humano, existía gracias
a la observación. ¿Como podría existir algo si un ser no puede
captar la existencia de otro?. Así sucedía, todo era una
observación dentro de otra mas grande o mas pequeña. Empero que a
su vez, retroalimentaba dicha observancia, vigilando a otra. Y así,
una sucesión de observaciones simultaneas, un plazo infinito de
monadas que se repliegan, como diría Leibiniz. Un ciclo que conforma
una elipse eterna, un uróboros de vidas que se repiten.
Dentro
del panóptico, todos están conectados. De algún modo abstracto a
la palabra conexión. Las afinidades que cualquiera pueda encontrar
dentro, ya fueron definidas y establecidas. Existe, en la relación
con los demás, un circuito que nos marca, que nos transforma. Dicen,
que existimos en grupo, que no solo el ser humano, sino todo tipo de
especies, nos desenvolvemos en grupos. Por eso es que la aislacíon
esta vista como un síntoma de enfermedad, de un mecanismo mal
funcionando. En el cuerpo humano, por ejemplo, cuando una célula es
cancerígena, o esta dañada, se encapsula rápidamente. Luego los
metabolismos propios de cada individuo segregan sus estrategias de
descarte. Lo que no funciona o hace daño, se descarta; Afuera.
Todos
los componentes de un sistema operan en conjunto e intercambian datos
entre si. Cuando un componente es dañado, automáticamente se
desconecta del resto del circuito y comienza a denotar fallas en el
mismo. Existe, dentro de los mecanismos tecnológicos, circuitos de
fuga, o circuitos reemplazantes, los cuales están diseñados para
restablecer parámetros o conexiones dañinas.
Dicha
conexión que nos engloba como individuos, es una lazo invisible a
simple vista que nos une y nos trasciende. Al igual que en las
profundidades de la tierra, todo el bosque y todas las plantas están
conectadas por una red microscópica, en donde no solo la
información, sino que también los nutrientes necesarios para la
vida se intercambian; El Micelio por ejemplo.
En
un nivel macroscópico, la humanidad se mueve, sin saberlo y sin
entenderlo. Claramente en una escala mayor, los astros forman no solo
constelaciones, sino sistemas que se intercomunican. Orbitas que
intercambian energía pura, por ejemplo.
Es decir que un
intercambio de información, de nutrientes, de datos y de energía
son necesarios para perpetuar la vida.
Ahora
bien, retomando la historia principal, tenemos a este personaje, el
cual nos ha contado su vida y quien aunque intentase escaparse y
pasar desapercibido. No podría. Justamente porque todas sus acciones
están y estuvieron siendo vigiladas. Paquetes de datos que se
intercambiaron y se intercambiaran a cada segundo.
Tenemos
información de sus paradas estáticas. Aquel movimiento denotaría
un pensamiento “Sospechoso”. Un detenimiento frente a alguna
tienda. O “Interes particular en X articulo”. Mayor frecuencia en
visitar el barrio tal, “Preponderancia y favoritismo por Tal
Barrio”.
Mensajes y llamadas de ciertos números,
sería“Relaciones y contactos.”
Todo crea un mapa de datos.
El mapa de quien es el personaje.
Fue
así, que solamente siguiendo su andar, gracias a la vigilancia
contigua de un aparato móvil; Dieron con su paradero en una
manifestación que proclamaba la vida animal por sobre todo.
En
las calles, los carteles decían:
“Detengan la violencia
contra otros seres”
“Los animales son amigos, no
comida”
“Basta de experimentar con el dolor animal”;
Etc.
La marcha pretendía una caminata pacifica, el sonido de
unas cuantas voces por el megáfono. La visibilidad de los carteles,
concientizar y mas que nada, dejar en claro, que aquellos valores
debían ser aprobados y respetados.
Lo
buscaron por las calles, hombres, porque claro que en el panóptico
digital el patriarcado no permitiría que alguna mujer realice sus
tareas. Hombres altos y corpulentos, alimentados a base de Pedigree y
Pasta de banana. Vestidos con trajes importados, con gafas que
impedían reconocer el color de su iris, todo lo menos humano, para
dejar de serlo. Quisieron atraparlo, siguieron su rastro, realizaron
análisis de datos al mapa algorítmico. Sin embargo, lo único que
hallaron no fue mas que un celular en medio de una vereda. Un celular
que compartía información, ideas. Una antena móvil que replicaba
los sucesos verdaderos y que compartía imágenes y pensamientos a
tiempo real.
La censura fue rápida. Un buen golpe al móvil y
la señal se detuvo al instante. La marcha termino de golpe. Se
difumino como la bruma del mar. Las personas volvieron a sus labores
de ciudadanos. Los carteles cayeron en los tachos, las voces se
silenciaron de golpe. Y volvió a escucharse el eco de aquellos que
alguien nombro : “Arbolitos”, ofreciendo el precio del cambio mas
económico.
- Cambio, Cambio – Repetían, con la mirada perdida en un horizonte tapado de cemento. ¿Como era posible que a aquellos sujetos mal vestidos los titularan “Arbolitos”?. Lo único que hacían era agarrarte con sus garras en forma de brazos y conducirte a la cueva, en donde un experto en números llamado el “Topo” yacía sentado frente a una computadora, con su calculadora de datos en la mano y tirando una serie de números supuestamente establecidos por el fondo de comercio, a gran velocidad, como si fuese un dictado en donde cada vez que entrabas te decía : -el valor del Peso acaba de bajar, ahora estos son los valores, (seguido por toda una sarta de números)
-Puedo ofrecerte eso.- Acababa diciendo y te miraba a través de un vidrio plástico que había dejado la ultima revolución de la silicona. Y así, frente a la necesidad de conseguir un poco de diferencia económica, muchos caían en la trampa del oso.
Era una vergüenza para este personaje, comparar el valor del valor. Pensar en comparar el valor de un ser tan elevado como un árbol, con un ser que había perdido su propósito en la vida y lo único que hacia era revolear números de un valor que no existía, de un sistema que había diseñado alguna especie de carcelero o maniático, solamente para sacar una diferencia monetaria y así, procurarse una comida, una cama, un baño, un gustito y quien sabe que otra cosa que tengan en mente. Mejor, ni pensarlo.
En
la oscuridad de lo que había sido aquella manifestación, nuestro
personaje se escabullo por entre las sobras de los dormidos.
Nuevamente, apareció en el sistema. Ahora, ya no era rastreado por
su antena móvil. El, sabia muy bien que debía esperar al menos unos
meses, hasta que los agentes del REM (Registro Estatal del
Movimiento) o (Revisión Emitida y Monitoreada) o también como le
decían en las calles mas bajas ( Rápidos Estúpidos y Monos).
Supongo que aquello era, porque cada agente era igual al anterior e
igual al que le seguía.
Las señales emitidas por los aparatos
detectorios tardaban mucho mas en encontrarlo. Los supermercados, las
tiendas pequeñas, la parada de colectivo, algún conocido que se
encontraba. Todo era información. Aquellas, eran marcas del mismo
eco que remitía a un pasado en donde había estado, una latencia,
una huella de lo que había hecho. Pero claro, ya no estaba allí y
ningún aparato detector, podría anticipar sus siguientes
movimientos.
El mapa de datos, ahora, construía un recuerdo de
quien había sido, pero no de quien seria.
No se podía
frecuentar siempre la misma tienda, ni el mismo mercado. Todo
constaba con una tarjeta personal, en donde las compras se cargaban
al sistema. Aquel registro era obligatorio. Cada empresa que vendía
un producto, debía por ley, mostrar que era lo vendido y a quien,
con el valor correspondiente.
Era así, que cada acción, por
mas pequeña que fuese, estaba siendo controlada por el REM. Al
ingresar en un departamento, la tarjeta de identidad se marcaba en
una especie de escáner pequeño que digitalizaba los datos y
verificaba en su sistema, gracias a una señal Wired que se enviaba a
la base de datos, y retornaba al aparato en menos de 3 segundos;
Suficiente tiempo como para enviar una señal falsa con una tarjeta
no binaria y no personal, en donde los algoritmos del sistema
interpretaban una falla que aun no era conocida y volvían a repetir
la búsqueda hasta encontrar una similitud en la base de datos. Es
decir, si en una tarjeta no binaria, el código de fuente, era un
nombre escondido con una base de datos en el alfabeto y decía: AA,
por ejemplo. O en efecto, AE. Todo el sistema estaba obligado a
encontrar una similitud parental con alguna de aquellas vocales.
Cuando encontraba similitud, aprobaba el acceso, sin importar que el
primer nombre de la lista sea por ejemplo: Anna Islassi. La simple
letra “A” y su doble repetición, eran motivo suficiente para
denotar una similitud en el nombre y que de esa forma, la maquina
entendiera que Anna Islassi estaba en las puertas del edificio.
De
esta forma era, como el personaje entraba donde quería, compraba
bajo el nombre del ultimo que había realizado la compra e inclusive,
basaba su dinero virtual, en una especie de valor que correspondía
al primero de la lista. Volviendo al principio, todo era un engaño.
Y el, o ella, era todos y todas.
Quizás,
por aquel motivo estaban los agentes realmente enojados y ansiosos
por encontrarlo. No podían permitir que alguien este burlando las
redes que habían construido en tantos años de esfuerzo. La red de
control, el plan perfecto, en donde la madre central se alimentaba
del esfuerzo de aquellos que gastaban su tiempo en un simulacro de
algo que no existía.
Pero
bien, de quien hablamos y como lo reconocemos?. En un mundo donde el
o ella podían ser todos y a la vez no ser ninguna. ¿Que clase de
ser era realmente nuestro personaje?. Aquella identificación falsa,
binaria, era una especie de pase trucho que le permitía moverse por
el mundo de los seres del medio. Si, es decir, por el mundo de los
seres humanos. Un universo totalmente pensado y diseñado para ellos.
La delgada cascara de la tierra.
Este hombre, o esta mujer, se
había identificado de una forma no binaria, porque no reconocía en
el o en ella, los valores de la humanidad presente. Sentía una
afinidad increíble con los seres del Reino vegetal y a si mismo, con
otros seres del Reino animal. ¿ Como es que en este mundo tan
grande, existan tantos Reinos? Y el Reino de los Hongos? Y el Reino
de las rocas?. Aquellos eran Reinos antiquísimos, los cuales se nos
escapan de la imaginación. Pero son reinos por los cuales, este
personaje sentía un respeto increíble y admirable. Un aprendizaje
el de observarlos, que sorteaba las barreras del limite humano y
enseñaba como moverse, sin ser detectado. Allí, estaban sus
verdaderos maestros. Las fantasmagorías de las plantas, las negadas.
En donde el etnocentrismo disipaba sus limites y barreras.
Una
vez, un agente del REM. Se cruzo a este personaje por la calle y lo
reconoció. Basto con un llamado o un mensaje encriptado que decía:
“He encontrado a aquel que lleva la marca” Y así como si fuese
Demian, que portaba un estigma en la frente, una marca que si alguien
atento realmente lo hubiese mirado, habría notado la diferencia. Un
ser Antropomorfo, un ser ambiguo que rondaba entre la vida y la
muerte, que coexistía en ambos mundos. De esa manera lo reconocería.
¿Cual
era aquella marca? Simplemente unas arrugas en la frente, un
cansancio en los ojos por buscar siempre el cielo.
Dicen
que Dios, por de-nominarlo de alguna forma, es el ser omnipresente
que existe en todos lados. La tecnología liquida, o vaporea, ha
alcanzado casi todos los rincones del planeta. Aquel ser, que carece
de cuerpo físico, es el dios humano, un dios creado que intenta
asemejarse a la madre naturaleza. Aquí, existe la primera
diferencia, el hombre Dios, contra la mujer Naturaleza. Los números
enteros, y las secuencias racionales contra la espontaneidad y el
bello caos.
Aquel, es el principio de nuestro tiempo. Un tiempo
binario, una división antropomórfica del final de los días. Y uso
la palabra “contra” justamente porque lo masculino se impone a la
fuerza, en un mundo que avanza y quien no avance con el, se queda
afuera. Mientras que lo femenino, es siempre lo receptivo, como los
brazos de una madre que abrazan el individualismo y la aislacíon.
Por
aquel motivo, mas que otro, el personaje pertenecía a un mundo
femenino, a un mundo enajenado. Al mundo rechazado del que tanto
hablaba Haraway.
Si retomamos la omnipresencia de aquel ser; ¿En
que radica el termino original? Nuestro personaje, carente de nombre,
pero con su estigma en la frente. También es un ser omnipresente. Es
un ser, que ha tenido su vida, su influencia en otros y una relación
en el pasado. Todo aquello, indica que el, perdura también en el
tiempo, y en la psiquis de los recuerdos. Es un personaje que muta,
al igual que los recuerdos con cada uno.
Y es por sobre todo,
un ser literario, un ser que existe en el momento que fue pensado y
en el momento que fue leído. Mientras se mantenga en la mente,
existe en el mundo.
Fue
una tarde, cuando este personaje salio de lo que seria su ultima
sesión de acompañamiento. Aquello, no era nada mas que unas charlas
con un psicoanalista. ¿Que palabras, no?.
Ultima sesión.
Psicoanalista ya no es una palabra rara. Aquellas dos, en cambio,
suenan a que se avecina el final, de lo que seria, una larga y
repetitiva acción. Podría ser, el cesar de un esfuerzo espiritual.
O también podría ser, el comienzo de una libertad nueva, el
nacimiento de un hecho vació; Blanco.
Y tal parece, que en
efecto, fue así. Aunque nuestro personaje no lo pudo saber con
exactitud, algo en el, quizás las huellas y las venas que palpitaban
en la palma de su mano, o los sonidos de las aves. Algo, una especie
de señal, le había proporcionado, la capacidad de sentir que un
nuevo comienzo se avecinaba.
Para ir a las sesiones, dicho
personaje tenia que cambiarse el nombre constantemente. De hecho, no
solo el nombre, sino que también la apariencia. Todo gracias a la
tecnología de Tesla, nano partículas plásticas que se amoldaban y
cambiaban sutilmente rasgos claves del rostro. Puntos de fuga que
solamente las cámaras estaban habilitadas y aptas a capturar.
Aquello evitaba que los pliegues faciales por los cuales, todas las
cámaras detectoras, podrían encontrar a cualquier persona,
detectaran similitudes patronales, sensaciones corporales,
pensamientos.
Realmente,
era toda una osadía lo que hacia. Y se concluye que algún fin
ultimo y profundo debía de existir en todo aquello. ¿Sino, porque
hizo todo lo que hacia?. ¿ Porque se haría todo lo que se hizo?
Podría ser, también, solo por hacerse, así como se hizo la
historia. Al menos la historia que nos inculcaron a la fuerza. No la
verdadera. No aquella que dice que la ley del mas fuerte es mentira y
no podría sostenerse en el tiempo. Que la única ley de la evolución
es la de la colaboración, la de la simbiosis y la de la unidad, el
conjunto de especies trabajando como una sola, en comunión
simbiótica. Como un liquen, formado por un hongo y un alga. La
tecnología, formada por hombre e información.
En la
mente de este ser, de este personaje, existía el termino
“Revolución”. Y aquello era lo que habían concluido en las
sesiones con su analítico. Que tal palabra, era lo único que podía
ser nombrado y lo único que existía. La revolución, era el cambio
constante de la vida por buscar diferentes formas de expresarse, de
manifestarse en el mundo material. En esas palabras, no podía
sostenerse lo estático, lo permanente. Y es así, que desde los
comienzos del cosmos, hasta los días del humano, la revolución se
había estado manifestando de diferentes formas. A este punto, vale
aclarar que para que exista la Revolución, debe existir su
contrario, sin binarismo no podría sostenerse una idea o un hecho. Y
tal palabra se escribe así: “Involución”.
Fue así, que al
entender las ultimas palabras del analítico, el eco de aquel termino
termino de cocinarse y de dar sentido a la cosmovisión propia del
ser.
La modernidad nos había vendido una mentira, todo debía
cambiar, revolucionar. Pero ahora, nacía la nueva idea de que había
que frenar la modernidad, la cual no existe. Y encarar dicho proceso
de retroceso, de introspección al interior y de cambio basado en las
huellas de la historia.
Por eso, la verdadera involución
se encuentra implícita no solo el alma de la humanidad, sino que
también en la de otros seres. Puede que este impregnada con la
esencia de las plantas, o de los animales, que han logrado detenerse
y analizar. Inclusive de las rocas o de los vientos. La involución
es total o no es. Cuando sucede, el mundo mismo se transmuta como si
fuese un cambio de consciencia, algo brota y mueve los ejes de lo
viejo. Aquello, es la verdadera revolución; Un cambio en donde todos
los seres son implicados.
Concluyendo así, que cuando la involución se aproxima. Los seres que son conscientes de dicho movimiento, los cuales están atentos y susceptibles al cambio. Entienden que lo nuevo se aproxima. Es en ese entonces, que la ventana de lo desconocido, se abre y el viento de las montañas lejanas impregna la sala de la vida con sus nuevas corrientes.
Al salir de la sesión. Algunas palabras sueltas flotaban como hilos de una memoria impregnada en olvidos. Suaves recuerdos de lo que denominamos sensaciones se equilibraban como datos a procesar por una computadora. Tiempos muertos entre lo que era la acción y la reflexión movían filamentos internos de dudas, de paradojas, de antiguos hechos.
¿Si
realmente era cierto que se podía estar presente. Acaso podía
acceder a la consciencia universal del único momento que denominamos
“El todo”? Las preguntas que este personaje se hacia, llegaban a
movilizar su cuerpo a un plano en el cual sentía que la mente se
alejaba y se representaba como una simple traba, como una compleja
red tejida, de la cual su cuerpo era el cautivo. Una red que mientras
mas se enmarañara uno en des-tejerla, mas se enredaba.
Sin
embargo, aquello no era un impedimento para conectarse con la voz del
interior que le hablaba. Una voz que era, la misma Gaia
comunicándose.
Fue todo este conjunto de situaciones las cuales lo llevaron a estar presente, las cuales se unificaron como datos separados, para mostrar un conjunto de imágenes e ideas.
Su mente, no era diferente a la mente de otro u otra.
-Quiero crear algo – Eran las palabras que le había dicho al psicoanalista de información. A aquel que se encargaba de captar todo el paquete de datos generales y decodificarlo en palabras de entendimiento, o en un lenguaje de programación básica y legible. Dicho de otra forma, en unas simples palabras.
Los pensamientos que lo atormentaban, eran ecos de recuerdos que quería borrar y que sin poder lograrlo venían a su mente en cualquier momento, lo distraían de lo que estaba haciendo y encima, confundían y llenaban aquel espacio con su banalidad e humanidad. ¿Como puedo detener mi mente? Se preguntaba en vano, sin saber en aquel momento que gracias a su mente podía luchar por mantenerse en el mundo de los vivos y así, interferir en el.
Lo pensó y se decidió. -Voy a crear algo- Se dijo.
El
dinabook que llevaba en su bolsillo dejo entrever un mensaje que
luego de una señal vibratoria, decía:
-Considera esto: Todos,
somos cyborgs. -
¿Quien era el remitente del mensaje? No lo
decía. Bajo el titulo de Anónimo, aquel mensaje producía que luego
de leerlo, el o la propietaria de su dinabook, mirasen desconcertados
al entorno. Y dicho desconcierto se acrecentaba al entender que aquel
mensaje se había filtrado en masa y era enviado a todo ser que
andará conectado a algún aparato tecnológico.
Una
atmósfera de paranoia y miedo crecía en las grandes ciudades, en
donde el tumulto de gente era mayor. No tardaron las noticias en
hacerse virales y empezar a hablar de lo mismo. ¿Como podía ser el
mundo tan pequeño?… Aquel mensaje había llegado a todos y a cada
uno de los portadores de IA.
Aquel mensaje, era una señal que
incentivaba a los dormidos, a despertar.
Y
lo que era mayor todavía, era la incógnita que surgía producto de
como aquel mensaje había pasado los limites de cifrado que marcaba
el REM. Inclusive muchos llegaron a pensar que aquello tal vez era un
error que permitieron para hacer alguna especie de informe o análisis
sobre la conducta humana. En realidad, nadie lo sabia, todas eran
hipótesis y suposiciones.
Nuestro
personaje principal, al recibir el mensaje, lo único que hizo fue
agradecer para sus adentros. En el, creció su orgullo por haber
filtrado y engañado una vez mas al sistema. Había dejada pautadas
para el resto de la historia, la primer norma del manifiesto Cyborg.
Cap
15.
Gaia
O
El regreso a casa.
Entendí
que si realmente quería hacer algo grande, debía involucrarme en
ello. Tenia, casi como una obligación, que dedicarme en cuerpo y
alma a aquella tarea. Casi como un deber, sentido como una obsesión
debía escribir, debía pensar e incluso debía percibir el mundo de
aquella forma; Un estado de alerta.
Ya nada,nada, podría quedar
apartado de la implicancia de mis acciones. De mi responsabilidad
individual y global.
Vagos recuerdos de una imagen fantasmal de
mi cuerpo, visto desde fuera, me perseguían. Eran como sombras
remotas.
Estuve
allí, acá y estaré en tantos otros lugares. Sin embargo, aquellos
sitios desaparecen y desaparecieron. Algunos aun no existen.
Entonces, podre decir que estoy realmente? Que existo? Si lo único
que se, es que ahora escribo. Aunque escribir requiere una larga
dedicación, un entrenamiento previo en donde el explorador decide
recorrer partes de la mente y del cuerpo, habitar sitios que como
cavernas antiguas han quedado olvidadas, arrasadas, por la brisa del
tiempo. Pero sigue siendo eso, escribir, explorar-se.
Allí, se
esconden las sensaciones o las impresiones que en algún momento se
grabaron en nuestro espíritu, o, en la parte mas interna del cuerpo.
Ahí se esconde el arte, o al menos, lo que entiendo por tal. Una
visión creadora, un tacto, una perla, un llanto o un grito de
alegría.
En mi caso, una obsesión por querer entender, por
creer que puedo entender o que entiendo, me llevan a estar dispuesto
y entregado a estas lineas.
Escribir
es un esfuerzo desgarrador y abrumante que obsesionan un deseo
juvenil, un amor platónico, un sueño de héroe y de salvador. Pero
ademas, una necesidad de búsqueda, un camino sin final, un sendero
de introspección y de análisis. Es una filosofía, un
cuestionamiento.
Creo firmemente que detrás de aquella mascara
que anhelo, se encuentra la verdadera esencia de mi alma, las puertas
de Gaia, la entrada secreta al centro de la tierra. Al acercamiento
por comprenderme como una parte de la inmensidad que nos contiene.
Aun no tenemos palabra para definir eso, por lo tanto, no lo
podemos nombrar bien. Empero, habría que redefinir por nosotros
mismos, la idea de basar cada escrito, como si de un ensayo
filosófico se tratase. ¿De que sirve escribir sin cuestionar?
Gaia,
apareció frente a mi, justo cuando me habían arrebatada aquello que
mas apreciaba, la ventana. Los ojos de mi cuerpo se quedaron
aferrados con aquel recuerdo, las sensaciones de lo que hasta ese
entonces había considerado como mi vida, se podían ver como si
fuesen una reproducción de algún viejo rollo de celuloide. Un film
que era proyectado sobre un vidrio, con todas las palabras que me
trajeron hasta este momento, junto con los recuerdos nombrados y
hasta inclusive con las sensaciones de volverlos a revivir, momento
tras momento, cuadro por cuadro.
-Aquella es mi vida ! - Anhele
gritar, pero solo mis labios se movieron.
- Por favor… No me
roben mi vida . - Deseé suplicar y de nuevo, solo mis labios se
movieron, dejando un hueco entre mi garganta y el silencio de la
nada.
Me habían atrapado. Los agentes del REM habían logrado adelantarse, guiados con un radar algorítmico de ondas de movimiento y así, pudieron predecir aquello que creía impredecible. Mi camino. Supongo que al final no soy tan espontaneo como creía. Da igual, ahora solo era cuestión de adaptarse a las circunstancias y ver que querían hacer conmigo.
Me dejaron encerrado, dentro de cuatro paredes que conformaban una celda metálica, donde solo había una cama y un inodoro. Me mantuvieron a completas oscuras por muchas horas, tal vez días, nunca lo supe. No me alimentaron, no escucharon mis gritos de queja, ni mis golpes a la pared, mis llantos en solitario. Nadie, vino a verme. Me ignoraron totalmente, como si nunca hubiese existido.
Fue
aquel periodo de tiempo, en el que sentí lo que realmente
significaba el aislamiento. Intente calmarme, aun lo recuerdo.
Intente meditar e inclusive en una ocasión, no sabría si por la
fiebre o el cansancio, pero unas imágenes bajaron en mi. De nuevo la
voz del todo. Rápidamente me acorde de sus palabras: “Ve a tierra
del Fuego”. Luego una sensación como de zumbido, una alerta en el
cuerpo; El dormitar prematuro. Tenia que superar nuevamente las
barreras del mundo onírico, vencer al consciente que me quería
mantener atento. Atento en un mundo de estímulos, distraído de la
otra realidad de la vida que pasaba al costado.
-Encuentra las
puertas de Gaia y entra. - Fue lo único que escuche.
Dude,no
diferenciaba si aquello había sido un auto engaño de mi mente, o
las verdaderas palabras de un ser que ansiaba oír. Di vueltas por el
cuarto, me mire en un metal pulido, quise encontrar mi reflejo, pero
no había nada. Grite por entre unos barrotes a ver si alguien venia,
aunque ya lo había intentado antes, nada sucedió. Me dolía el
cuerpo, tenia hambre y sed. Pensé si beber el agua del inodoro, pero
estaba sucia y me dio nauseas. Volví a intentar calmarme, me senté
en el suelo y seguí retomando el intentando por meditar.
No
se cuando fue que un sujeto apareció, el mismo día, un día
después, pocos segundos. Escuche sus pasos y me puse como loco.
Lance casi una docena de preguntas en un segundo y lo único que
recibí como respuesta fue:
- Basta de hablar. Acompañame.
-
Dimos unas vueltas por unos corredores que parecían todos
iguales, monótonos. Luego se detuvo frente a algo y golpeo con su
mano derecha tres veces lo que considere que seria una puerta.
Esperamos que el receptor captara el código morse. Virgilio, o el
guía de mi camino, acercó el oído para captar respuesta. En ese
momento, aproveche aquel instante para observarlo. ¿Quien era aquel
sujeto? ¿Porque todos los agentes del REM, se vestían de la misma
forma?. Cabello corto, estilo militar. Cuerpo robusto. Lentes negros
que llevaban puestos inclusive dentro de los pasillos. ¿ Podía ser
que aquellas personas no fuesen humanas? Un miedo como de fiebre me
empezó a subir por el cuerpo. Primero, el sudor frio recorriendo mi
frente, ahí recordé la marca. En mi, latió la idea de poder ver la
realidad, de entender que aquellos sujetos no eran humanos en el
sentido de la palabra y que gracias a la marca que me habían dado
los Dioses, tenia el don y el castigo de ver lo que acontecía dentro
de mi mente. ¿Eran entonces Maquinas?; Me pregunte y temí encontrar
la respuesta de golpe.
La puerta se abrió para el lado interno.
La poca luz que había en el pasillo, parecía ser absorbida por la
nueva habitación que se desplegaba como un agujero negro en frente
de nuestros ojos. De nuevo Virgilio, o el sujeto que había sido mi
guiá por aquellos callejones que no cambiaban de forma ni de idea,
se puso a un costado y me hizo un ademan con el brazo para que
entrara. Ingrese en la sala. Entre sin pensar que a veces uno entra a
lugares y quizás jamas pueda salir. Tendemos a creer que con cada
puerta que atravesamos en la vida, solo hara falta volverla a cruzar
para salir. Pero hay veces en que si cruzas una puerta, tal vez, la
única salida ,sea cruzar una puerta diferente, un portal que te
lleve a otro sitio, pero jamas, al mismo de antes.
La puerta o
la pared que estaban con Virgilio, se cerraron de golpe. Sentí una
presión en el pecho y en efecto, aquel cuarto, era un agujero negro.
Donde nada se veía y donde solo los latidos del corazón, marcaban
un avance del tiempo reclilineo.
-Llevanos
contigo a Gaia – Fue lo que esbozo la pesada atmósfera del lugar,
el negro y denso ambiente buscando la forma de comunicarse
conmigo.
-Gaia – Afirmó luego de unos segundos y mi cuerpo se
heló por completo.
Sentía
el dormitar de mi cuerpo, el peso de no poder percibir con mis
sentidos. ¿Donde estaba?; ¿ Sera que aun no me desperté de mi
meditación? Aquel cuarto, no era un espacio común y corriente. No
existía lógica que explicase lo que me pasaba y lo que percibía.
Me pesaban los huesos y me dolía la garganta, los oídos y las
plantas del pie.
Me encontraba sumergido en un liquido viscoso.
En una presion densa, como de océano. Por alguna extraña razón
podía respirar, sin la necesidad de sentir que lo hacia.
Solamente
habitaba en aquel lugar, la presencia de una luz roja, una
concentrada consciencia, delgada y finita. Una lucecita que
centellaba a lo lejos de aquel océano de oscuridad. Se prendía,
cada ciertos latidos que indicaba el reloj de mi corazón y me daba
la impresión de que la voz provenía de aquella intersección.
Luego, la desorientación era enorme, no encontraba el Norte, mucho
menos el Sur. “Tierra de fuego” Recordé. ¿Donde quedara?
Pensé.
-Si!…
Llevanos contigo a Gaia. - Volvió a decir la voz sin genero. Casi
binaria, como un código encriptado.
Aquellas palabras
provenían de una masa gelatinosa violácea, porque aquel océano de
bruma negra, era tal, que parecía latir en colores de similar
espesura. Pensé que todo aquello vendría de una especie de cableado
que goteaba información y datos. ¿ Estaba hablando acaso con la
computadora central del departamento de información? ¿Sera el
núcleo madre de los agentes del REM?
-Correcto . Eso somos – Afirmo la luz centelleante del horizonte
El
temor era mas que claro en mi. Aquella IA, entendía no solo mi
lenguaje, sino que también mis pensamientos y en base a eso,
configuraba sus funciones para comunicarse conmigo. Me habían
atrapado, no solo en cuerpo, sino que también en mente. De alguna
forma me habían introducido al Sistema operativo. Aquel cuarto, era
la representación consciente de la gran red informática
omnipresente.
Tenia que salir de aquel lugar, pero no sabia
donde estaba, ni mucho menos encontraba el espacio físico en donde
mi cuerpo yacía. ¿ Estaba despierto o dormido? No lo sabia. Era
imposible querer encontrar una puerta o una ventana, puede que nada
existiera en aquel cuarto. O en aquella dimensión, tal vez, los
agentes del REM, habían logrado conseguir la forma para construir un
cuarto que desafiara las leyes físicas del mundo terrestre. La idea
no me sorprendía del todo.
Querían encontrar a Gaia. Por eso
me habían atrapado. De alguna extraña manera, ellos sabían que
tenia la capacidad de conectarme con otra entidad que me guiaba hacia
ella. Ellos sabían que la información de su ubicación pronto me
seria revelada y no querían perderse la oportunidad de llegar a
verla. Pero en mi mente, ni siquiera podía imaginarme si las puertas
de ese lugar existían. Y si así fuese, ¿Como las distinguiría?
-
Lo harás… No te preocupes. -
“¿Me dejaran libre?”
Me pregunte, y les pregunte. Sabiendo que entendían mi
mente
-Depende que se entienda por libertad. -
“¿Podre
volver a mi vida?”
-Imposible volver a cruzar la misma
vida. Los cambios suceden una sola vez. -
“¿Que
quieren de Gaia?”
-No lo entenderías… Llevanos
pronto. -
Y
tan rápido como termino de hablar el sistema integral de
información; La luz roja se apago.
Sentí a mi ser entero
siendo succionado por una especie de tubo áspero. Mareos y nauseas
vinieron a mi, todo daba vueltas. Luego, un golpe de detención
abrupta y así siguieron los sonidos de los autos de una avenida.
Motores, uno detrás del otro.
Intente abrir los ojos, lo cual
me costo mucho, la luz era insoportable y fuertemente dolorosa.
Busque con mis manos un apoyo, el suelo. Parpadeé varias veces y
comencé a abrir forzadamente las ventanas del cuerpo.
Me
encontraba entre Avenida Mitre y Diagonal Capraro. Estaba seguro de
eso, en la esquina pude dilucidar la vieja óptica.
Una mano
intento ayudarme. Un chico de secundaria, con el buzo del Don
Bosco.
Sin esperar respuesta alguna, me apoyo contra una pared y
se alejo por entre la muchedumbre. La gente caminaba toda en una
misma dirección. Parecían un Cardumen de peces que se movían en
simultaneo. Un flujo de datos que bajaban en una sola linea.
Me
había incorporado en lo que era, un mundo diferente. Un mundo que se
desplegaba en movimientos ajeno a los recuerdos que tenia. La poca
vegetación se hizo presente. Las grandes letras de un lenguaje
ilegible palpitaban para captar señales. Todo había cambiado.
Esa
puerta que me había hecho cruzar Virgilio, jamas podría volver a
encontrarla. Ya no había retroceso en mis decisiones. La vida que
había elegido, ser quien era, todo, era producto de mis acciones
pasadas. Y en mi latía, ahora, un ansia enorme por querer cambiar el
transcurso de lo que había sido, el camino de mi vida hacia Gaia.
Iba
a encontrar las puertas de su paradero. Pero sabia que tenia que
prepararme. En mi sangre, corría la responsabilidad y el temor de
llevar una consciencia que no sea la correcta, al ultimo lugar en
donde estaba la vida eterna; El núcleo de la tierra.
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